Nadie se libra del cliché.

Nadie se libra del cliché.

Nadie se libra del cliché. 1024 633 estadosdelinconsciente

<< En nuestro interior existe una energía que nos agita, nos empuja y nos lanza de manera prácticamente magnética hacia aquello que, al igual que el más efectivo de los combustibles, consigue encendernos el alma. Esta fuerza -intrínseca e inherente a todo ser humano-, nos permite reconocernos y encontrarnos a través de nuestras pasiones, nos guía en la búsqueda de la plenitud y nos incita a actuar para fusionarnos, al fin, con nuestra propia esencia. >>

Así da comienzo el dossier de Selbts, la primera instalación artística a la que, tras muchos titubeos, me enfrentaba en serio. El festival Playdoc nos había dado la oportunidad – un tanto de rebote- de mostrarla al mundo y, aunque quizás era demasiado pronto, venía como caída del cielo.

Llevaba tres meses reflexionando sobre la esencia, razonando sobre la esencia… hablando sobre la esencia… escribiendo sobre la esencia… abocetando sobre la esencia… diseñando sobre la esencia… En esa temporada me había dado tiempo a hacer tantas cosas sobre la esencia que llegué, de manera obscena, hasta deshonrar su nombre. Me dio tiempo a hacerle de todo, menos a sentirla. Pero para obligarme a ello ya llegaría la semana de la exposición y los mágicos astros con la Luna llena en Piscis.

Soy una persona asquerosamente sensible a la que no le gusta sentir demasiado. No cuando las emociones brotan desde dentro y no llegan de la lectura del radar exterior. – Siempre he pensado que suelo tener bastante con lo que me llega de fuera como para también tener que ocuparme de mi.-  La semana comenzó tranquila.

Tui es una ciudad pequeña tremendamente apacible. Un manto de memoria y piedra que te envuelve a cada paso con su silencio. Como mucho te acompaña el deambular de lxs vecinxs y turistas. El caminar de desconocidxs. Aquí dentro solo estábamos yo y un pedacito de la instalación. Pero solo un pedacito porque Borja y Carlos, compañeros en este viaje, se encargaban de la parte dura del montaje y recta final. La semana prometía y eso de bautizarse como artista también.

Los posteriores días dieron paso a lxs integrantes de la organización, al movimiento, a lxs protagonistas del sector del cine, a conversaciones random, a lxs compañerxs del resto de instalaciones, a largas jornadas fuera de casa, a la llegada de más turistas, a la punzante luz de otoño, a más conversaciones random, a la continuidad sin descanso…

Y allí estaba yo, cada día que pasaba, vestida a ser posible, de un negro cada vez más profundo, huyendo por las callejuelas de Tui, escondiéndome en el interior de las iglesias suplicando silencio y destierro, acosada por la contradicción de sentirme embriagada con la belleza de todo lo inerte que me rodeaba y saturada por todo ser vivo que se movía. Me sentía sola y al mismo tiempo necesitaba estarlo. Era como una Robert Smith que gritaba “Quiéreme pero no me mires. Abrázame pero no me toques. Acéptame pero no-se-te-o-cu-rra-in-te-grar-me.” Tuve que llegar a justificarme haciendo pública mi crisis sensorial. Ya era oficial, empezaba a abrirme.

Logré escabullirme del mundanal ruido uno o dos días, pero la maldición de querer expresarme como lxs artistas llegó para posarse sobre mis hombros. Había pactado no hablar en el recorrido de las instalaciones. Para ello tuve que redactar una complicada y resumida hoja de sala que había trabajado bien a fondo para poder agazaparme en una esquina y disfrutar, como lo haría cualquier vouyer, desde lejos. La idea no cuajó.

Teníamos que hablar en público y yo no quería. Siempre consigo lo que quiero utilizando el don del análisis, la reflexión, la lógica y mi capacidad para debatir. Pero esta vez sabía que no tenía razón y mi negativa a exponerme nacía de un irracional miedo que no podía defender. No debato irracionalidades que van en contra de lo redondo de un proyecto. Así que tenía que hablar en público y  mi ansiedad comenzó a darse cuenta.

Había amanecido el cuarto día de montaje. Nos subimos en el coche el cansancio, la luz fría y cortante de la mañana, la ansiedad, la lluvia, la introversión, un tremendo dolor de cabeza y el resto de viajeros con su conversación. Solo quería una manta y poder blasfemar en alto. La vida me estaba echando un pulso y yo, todavía creía que la podía vencer.

– Hoy toca hacer la entrevista.

– ¿La entrevista? – Oh no, la entrevista, la entrevista, la entrevista, la entrevista, la entrevista, la entrevista, la entrevista, la entrevista, la entrevista, la entrevista, la entrevista, la entrevista…-

Entré en bucle. Cuando me sobrepaso repito compulsivamente en mi mente lo último que escucho. Me agarro a esa última gota de agua que hace que me desborde, que colapse sin retorno, que pierda absolutamente el control.

No sabía cuales iban a ser las preguntas, no sabía si iba a saber responderlas, no sabía si me iba a acordar de algo sobre lo que llevaba meses escribiendo, no sabía si iba a hacer el ridículo, no sabía, no sabía, no sabía, no sabía, no sabía, no sabía, no sabía, no sabía… Era una maldita barca a la deriva, rota y desgastada por la tormenta que se tenía que enfrentar al puto gran tsunami.

Me pasé la mañana dando vueltas como una rata, agarrada con fuerza a la hoja de sala,  por los rincones del edificio donde estábamos montando. No recordaba de que iba la instalación, no recordaba la base teórica, no recordaba ni el día que decidí hacerla. En cuanto me di cuenta habían llegado las cámaras, la comisaria y por suerte, con ellas, un botiquín lleno de Neubrofenes. Dio comienzo la previa. Nos iban a adelantar las preguntas y yo tenía que estar espabilada para volver a aprender a pen-sar. Espalda erguida, oídos atentos, cerebro a punto. La comisaria mueve los labios y pregunta – “¿De donde nace la obra? ¿Desde donde está creada?” Y yo, que suelo tener todo mi ser pulcro y bajo control contesté, de manera instintiva y acompañada por un grave y desbocado llanto, que había nacido de una experiencia traumática, de su posterior depresión y de la necesidad de volver a conectarme con la vida.

¡Holi amiguis! ¡Así es como brotó el cliché de la noche! Así fue como, en tan solo un par de segundos, me convertí en uno de los estereotipos que más había detestado a lo largo de toda mi vida, así es como pasé a ser la mujer sensible con ínfulas de artista intensa que expone la creación que nació desde sus más profundas entrañas. Y con esta explosiva y desleal transformación llegó la sensación de incoherencia y contradicción por sentirme tremendamente liberada, alineada y fusionada con mi esencia.

Haber soltado por mi boca y llanto aquel absurdo cliché me había hecho libre, y no había ojos en blanco suficientes que me consiguiesen convencer de lo contrario. Era hora de admitirlo, sin más. Sin dolor ni rabia. Era una intensa, una trágica, una profunda…Era, en mi interior, una Drama Queen oscura que se alimenta del espectáculo de la vida. Era y soy, en lo más hondo de mi pecho, un Marilyn Manson que canta exaltado el “Gracias por venir.Soy, en el fondo y sin lugar a dudas, mi propio cliché.

He tardado mucho tiempo en llegar a reflexionar sobre este tema. Quizás lo he hecho aplicándolo a otros ámbitos pero nunca al personal, al interno, a la entidad, a la esencia.

Nos han enseñado a tener presentes estereotipos que se basan en la admiración y en los prejuicios establecidos desde nuestra ideología y su asociado “modelo a seguir”. Hemos generalizado, simplificado y reducido como debemos y como no debemos ser -comportarnos y sentirnos- para situarnos en el lugar “correcto” de la balanza. Nos hemos encorsetado sin permitirnos ser la amalgama de partículas que conforman, de manera aleatoria y libre, nuestra esencia.  

Posiblemente muchxs de nosotrxs hayamos rechazado partes esenciales solo por existir dentro de una “erronea” coincidencia. Y es que mientras sigan existiendo los estereotipos, nadie se librará del cliché.

Pd.: La entrevista –por mi parte y pese a la gran ayuda y empeño del staff- fue un absoluto desastre, la presentación de la obra un estrés y la mesa redonda del último día un regalo caído del cielo en el que conseguí apoderarme del micro cual divina Madonna. Pero esa ya es otra historia que algún día contaré.

Mi arte ha sido elogiado por ser fuertemente vaginal (…) La palabra en sí incomoda a algunos hombres. Vagina.”

Maude  Lebowski.

Foto: El gran Lebowski. Los hermanos Coen.

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