El abismo

El abismo

El abismo 1920 800 estadosdelinconsciente

Veo la vida como un viaje inagotable hacia el secreto de nuestras oscuras profundidades. Un camino que nos empuja, de forma abrupta e imprevisible, a cualquier experiencia que nos pueda sumergir en el abismo al que tantas veces hemos rechazado como hogar. Es por ese miedo, el que nos condena al repudio, por el que nos amarramos con ansia a un fulgor incandescente que nos pueda guiar y al mismo tiempo proteger de todo aquello que no queremos ver.

Me pregunto por qué le ha tocado a él ser el abismo que me devuelve la mirada. Por qué él y no otro. Por qué encarna lo negado, lo impuro, lo perverso en esta comedia humana que habita en mi razón.

Ya no soy de las que permite que le sangren las rodillas; tienen demasiadas cicatrices para ser un alma joven que todavía está aprendiendo a conocerse. Y todavía así, busco, como todos, el escalofrío de lo prohibido, el señuelo de lo imposible. Lo busco porque es la única manera de enfrentarse al irremediable epílogo de la existencia desde la sensatez.

La única salida es poner luz a todo este amasijo de roca derretida que sin sentido entorpece el camino de lo terrenal hacia la esencia.

Fin.

Es verdad: hablo de sueños, que son hijos de un cerebro ocioso y nacen de la vana fantasía, tan pobre de sustancia como el aire y más variable que el viento, que tan pronto galantea al pecho helado del norte como, lleno de ira, se aleja resoplando y se vuelve hacia el sur, que gotea de rocío.

Mercucio.
Romeo y Julieta. Shakespeare.

Imagen: Romeo y Julieta. Baz Luhrmann.

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