El puente.

El puente.

El puente. 1777 962 estadosdelinconsciente

Siempre me ha gustado utilizar el símil del puente cuando quiero hacer referencia a un estado interno de transición. Creo que tender puentes es una de las cosas más progresistas que ha conseguido hacer el ser humano. Idear una construcción que enlaza, comunica y facilita el acceso entre lugares al principio aparentemente inaccesibles. – Aunque a veces haya que reconocer que, destruirlos, también puede llevar consigo una gran parte de crecimiento.-

La evolución personal es como una excitante expedición a través de una flamante e infinita formación de islas, donde cada una que escoges siempre es más grande y bonita que la anterior. Y por las que hay que ir avanzando para descubrir, no tanto las aventuras que nos esperan en ellas, sino las nuevas formas de disfrutarlas.

Quizás para eso también hemos aprendido a construir puentes imaginarios, para facilitar nuestros saltos entre islas y poder transitar el viaje observando nuestros océanos más privados sin mayor naufragio que los chapuzones que nos daremos al llegar al otro lado de cada ruta.

La verdad, es que para lxs amantes de las aventuras trascendentes, este viaje no sólo es fascinante, sino que también es un absoluto reto. Si bien os contaba que los puentes facilitan la transición entre etapas, dependiendo del diseño, también nos dejan más o menos expuestxs ante aquellos espectros que vagan por nuestro abismo. Esos que habitan en la profunda y oscura inmensidad que separa nuestro último origen de nuestro nuevo destino.

Los espectros no son nadie, ni siquiera son nada. Solo existen como hologramas que viven atrapados entre transiciones. Son recuerdos del viaje, quizás un tanto molestos, que se manifiestan en forma de viejos patrones. Emociones, conductas y resquicios de antiguas creencias que suponíamos superadas, y que vuelven para recordarnos que solo una vez atravesado el puente por completo habremos cruzado a una nueva etapa.

Tal vez los puentes tengan que venir siempre acompañados de estas ánimas. Si lo pensamos bien, quizás sin ellas carezcan de sentido. Sin su presencia, tendríamos tan solo largos y aburridos puentes sobre los que caminar.

Porque ¿qué es una transición sin pruebas? ¿Qué es la vida sin aprendizaje?

  – Ese sonido, ya lo había escuchado, hay alguien.
– Son los prisioneros sacudiendo sus cadenas.
– ¿Qué prisioneros?
– Los prisioneros del Maestro de la Oscuridad.”

Un puente hacia Terabithia

Foto: Un puente hacia Terabithia. Gabor Dsupó.

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