¡Qué manía!

¡Qué manía!

¡Qué manía! 1803 1014 estadosdelinconsciente

Decía mi adorado C. G. Jung que lo que no se hace consciente se manifiesta como destino. Y mi experiencia me dice que razón no le faltaba.

Uno de mis grandes miedos en la vida, ha sido – y hasta que no termine este escrito seguirá siendo – ser criticada por la espalda. No de cara y de manera directa, que se agradece para poder aprender, sino por detrás. Sin duda, como todo en esta vida, tiene un por qué. Pero lo realmente importante de todo esto, es que no lo hice del todo consciente hasta ayer. Posiblemente lo tenían clarísimo mis amigxs, mis parejas, mi terapeuta, puede que hasta gente de mi entorno profesional, pero yo no. Ya… ¡Fantástico! Aunque bien es cierto que mejor tarde que nunca.

Como predecía Jung, suelo vivir ahogada en miedo mientras la vida me obliga a exponerme en situaciones públicas. Como si eso me fuese a salvar de todas las pitadas de oídos nivel otitis.

Ayer este miedo volvió a mi de manera irracional. Comenzó con un molesto run – run que, primero, achaqué al mal tiempo – no sois conscientes de lo mucho que me puede afectar una nube gris – y después, tirada en el sofá, comencé a unir las páginas de mis diarios en las que se podían leer todas las veces en las que los murmullos me habían llegado a rozar la espalda sin poder girarme para poder enfrentarme a ellos. Ya sabéis, rollito Edith y Sodoma.

Y digo yo, que manía ésta del ser humano de querer agradar, de necesitar sentirse aceptado a nivel social por el grupo – posiblemente equivocado –, de querer sentirse integrado, y sobre todo, de auto-exigirse, censurarse y maltratarse creando el más enjuto de los filtros para, una vez superada la criba, ser uno más del rebaño. ¡Qué manía! Que manía esa de querer andar glorioso durante todo el camino. ¡Qué manía! Que manía esa de valorarse a través de las opiniones del resto. ¡Qué maldita manía!

Como ya habréis comprobado, todo en este blog antes de convertirse en una entrada, comienza siendo una auto-lección.

Finalmente mi run – run provenía de haber subido un video a Instagram en el que, una vez publicado, solo era capaz de ver a Elle Woods de Una rubia muy legal hablándole al mundo. Y es que como me dice siempre una buena amiga “En público te muestras siempre tan sencilla, tan reservada, tan buena… que pierdes toda esa magia que tienes cuando eres una sarcástica y oscura hija de Satanás.” Lo que tengo claro es que, ya mostrando un cachito de mi o desnudándome entera, iba a estar insegura igualmente ante los posibles cuchicheos. Mi inconsciente, ese que no me deja dormir cuando tengo que hablar en público, iba a trabajar igual como si no hubiese un mañana. Porque cuando te pones filtros para encajar sientes que, justo ese filtro que has escogido, nunca va a ser suficiente.

Murmullo habrá siempre. Críticas por lo que hacemos, por lo que decimos, por lo que sentimos… La gente juzga todo el rato. Y el/la que esté libre de pecado que tire la primera piedra – esto da para otro escrito -. Pero en nuestra mano está poder escoger como manejar nuestra vulnerabilidad. Aceptemos que no le vamos a gustar a todo el mundo. No le podemos gustar a todo el mundo. No deberíamos gustarle a todo el mundo. De hecho, no nos interesa gustarle a todo el mundo. Porque, si pasase, estoy segura de que explotaríamos nosotrxs o el Universo.

Y ¡ah! al miedo al murmullo sumémosle el miedo previo a fracasar o a hacer el ridículo. Éste último, ya es un tema al que le he dado muchas vueltas. Porque…

¿Dónde reside el ridículo? ¿En quien realiza la acción juzgada o en los ojos de quien la juzga?

Sea como sea, sintámonos libres. Despojémonos de miedos que no hacen más que coartar nuestra esencia. Desprendámonos de la necesidad de ser perfectxs. Liberémonos del látigo entiéndase -. Seamos lo que queremos ser. Hagamos lo que nos dé la gana de hacer. Y, en definitiva, disfrutemos de permitirnos ser.

Solo probando, cayéndonos y levantándonos, se aprende a caminar.

¿Sabes qué? A la mierda estos concursos. La vida es un puto concurso de belleza detrás de otro. El instituto, la universidad, luego el trabajo… ¡A tomar por culo! Y a la mierda la academia de pilotos. Si quiero volar, ya buscaré el modo de hacerlo. Hay que hacer lo que te gusta, y a la mierda lo demás.”

Dwayne

Little Miss Sunshine

Foto: Little Miss Sunshine. Jonathan Dayton y Valerie Faris.

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