El poder del chandal.

El poder del chandal.

El poder del chandal. 800 450 estadosdelinconsciente

Desde el verano pasado se me repite el mismo sueño. Estoy tranquilamente tomando un café en el centro de Vigo cuando se me acerca un chico que me pregunta: “ ¿Por qué cada vez que vuelves acabas vistiendo en chandal? ” Así que hoy, aprovechando que estoy en Vigo y que me he tomado el día para mi, pienso descifrar el misterio del chandal en la playa, con el viento frío en la cara y un café caliente en la mano.

La verdad es que el sueño, mucho simbolismo rebuscado tampoco es que tenga. Razón no le falta al chaval cuando dice que siempre acabo literalmente vestida como Rosalía, aunque por el momento sin la etiqueta de Gucci. Ya sea porque aquí el tiempo va más rápido y no hay momento por las mañanas para escoger modelito -o ganas por las noches para prepararlo-, porque esa lavadora de última hora nunca seca o porque, al igual que esas señoras que buscan desorientadas una vida nueva en un programa de cambio de look americano necesito vestir con algo que propicie el libre movimiento que me conecte con la esencia más sincera, acabo siempre en leggins, sudadera y zapas.

Pero yo me pregunto, siempre que necesito a nivel emocional llevar ropa más cómoda de lo habitual, ¿es por la misma razón?

Recuerdo que cuando era niña llevar chandal implicaba que en breves llegaría la más pura y completa diversión. Con el chandal nos permitían sacar nuestro lado más salvaje. Podíamos tirarnos a rebolos por los suelos más sucios, dar los saltos más descerebrados y poner en vista de todxs nuestra energía más bruta. En la infancia, llevar un chandal significaba sin lugar a dudas la plenitud más absoluta.

Con el tiempo, en mi caso, se convirtió en un símbolo de seguridad. Mientras las adolescentes de mi entorno se enfundaban en push ups y pantalones pitillo que juré que jamás me pondría – palabras que me tuve que comer cuando Los Planetas llegaron a mi vida- yo buscaba la belleza y confianza interior en prendas que solo compartía con Ángela Chase. En aquella época mi chandal significaba “O te gusto así, o no te gusto”. Palabras que por desgracia también me comí cuando mi novio del instituto me abandonó por Britney Spears –o así la veía en aquel momento-. Pero tranquilxs, no pasó demasiado tiempo hasta que mi terapeuta y Virginia Wolf me ayudaron a recuperar de nuevo mi armario, esta vez un poco más diverso y flexible.

Pero ¿y ahora? ¿qué busco en el chandal?

Hay gente que conversa con el cura de su parroquia, otrxs leen con su rabino, lxs hay que meditan con su guía espiritual y yo, al igual que el Pío XIII de Sorrentino, busco empoderamiento e iluminación a través del táctel y el algodón.

Esto puede parecer algo descabellado, pero tal y como demuestra Karen Pine, profesora de la Universidad de Hertfordshire, nuestra percepción y procesos mentales pueden ser modificados por la ropa que llevamos al interiorizar el significado simbólico de las capas exteriores.

Todxs tenemos anclajes dentro y fuera del armario que nos ayudan a reforzar nuestros buenos estados emocionales. Podríamos decir que es una manera de crear una comunicación con nosotrxs mismxs a través de un elemento al que asociamos nuestra mejor energía. Y es que posiblemente, sigamos necesitando buscar fuera lo que no somos capaces de escuchar dentro.

Pero ya sea porque le aportamos a algo un significado de buenaventura, o porque la buenaventura nos encuentra a través de ese algo, todxs tenemos la capacidad y el poder de crear la chispa que necesitamos en cada momento. Todxs somos, en el fondo, creadorxs y portadorxs de nuestros propios símbolos.

– Os lo suplico. Confiadme lo más sabio que hayáis aprendido.

– Al final, más que en Dios, es necesario creer un uno mismo, Lenny.

Todos los Papas a Lenny.

The young Pope. Paolo Sorrentino.

A mi abuela Esther, que deseaba fervientemente que algún día encontrase a Dios en unos zapatos de tacón.

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