Cry me a river.

Cry me a river.

Cry me a river. 1440 750 estadosdelinconsciente

Estoy segura de que todos nos hemos sentido alguna vez decepcionados o defraudados por alguien a lo largo de nuestra vida. Imagino que es algo necesario para entrenar nuestra capacidad de supervivencia, reforzar nuestros valores y poder así seguir evolucionando. Pero de lo que no estoy tan segura es de uno de los consejos más universales que se suelen dar para prepararnos ante esta desazón. Y éste, es que debamos ser nosotros los que tengamos que estar dispuestos a suavizar nuestra vara de medir para que el golpe sea menos duro.

Estoy terminando de preparar una asignatura sobre espacios y confort psicológico. A pesar de que voy un poco retrasada en tiempos, al introducir la variable expectativas, he sido incapaz de no pararlo todo y comenzar a reflexionar sobre el sentimiento de decepción en las relaciones interpersonales. Ya que, en el fondo, el proceso hacia el disconfort, es el mismo.

La base de un buen bofetón emocional reside en un error de cálculo entre las expectativas y el resultado. Sin duda hablo de un sopapo tan tremendo como para que cambie el tipo de relación con alguien o hasta desaparezca. Y no porque la otra persona nos lo pida (que entonces sería totalmente loable) sino porque las formas no hayan sido como esperábamos. De esos guantazos que tras haberte colocado en su piel, haber analizado los posibles por qué, e incluso haberte sentado a expresar como te sientes y haber preguntado su punto de vista, sigues sin tener ni la más remota idea de cómo ha escogido ese modo de comportamiento. Por lo que, o hemos analizado mal a la persona y la hemos idealizado en base a unas características ficticias, o ésta con el tiempo ha evolucionado hacia un lugar alejado de donde nos encontramos.

Si es la primera opción, creo que sólo nos queda aprender de la metedura de pata y enfocar mejor el radar hacia un perfil de persona que posea la esencia que necesitamos. Cada uno lo haremos a nuestra manera y en base a las creencias que tengamos sobre las leyes y la concepción de la vida. Hay personas que aprenderemos a afinar mejor nuestra intuición, otras que pondrán en práctica la ley de la atracción u otras que, espero que no seáis ninguno de vosotros, no se fíen de nadie.

Si la persona se ha alejado de nuestro código ético hasta el momento compartido, creo que sólo nos quedará valorar si seremos capaces de comprender y asumir el nuevo. Y todo va a depender de si nos supondrá un esfuerzo demasiado grande y de si seremos después felices con ello o no.

El problema, viene cuando nuestra intuición nos sigue diciendo lo contrario de lo que se nos ha mostrado y seguimos apreciando la esencia de esa persona aún después de varios impactos. Por experiencia creo que la única solución en este hollywoodiense caso, es por fin aprender a despedirse. Pero cambiando el dramático Cry me a river, por el liberador Be water my friend.

La vida es un paseo, ¡sigue caminando!.

Foto: The Girl Can’t Help It de Frank Tashlin

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