Coma emocional.

Coma emocional.

Coma emocional. 1920 1080 estadosdelinconsciente

¿Alguna vez habéis sentido que se os acumulan tantas emociones dentro que os desbordan?

Yo soy de esas que se atreve a decir que controla perfectamente un ataque de ansiedad desde el principio, cuando comienza a brotar. Cada vez que lo afirmo mis amigxs siempre asienten. Lo hacen – así – con el mismo tono de voz que cuando dicen que canto bien, como una gaviota. Y es que por mucho que me sienta emocionalmente autosuficiente, hay situaciones y momentos que contienen tantas, tantas, tantas sensaciones que me traviesan la piel sin pedir permiso, que a veces parecen imposibles de gestionar. Y es que, ¿quién no mataría por un botón de reseteo que te haga descansar como en el más profundo de los comas?

Bien es cierto que las PAS (Personas Altamente Sensibles) tenemos mucho más riesgo de ahogarnos entre tanto estímulo interno y externo. Pero se tenga el rasgo o no, la saturación emocional es el gigante contra el que todxs hemos luchado alguna vez.

Puedo decir que, por suerte o por desgracia, he tenido la oportunidad de probar varias veces en mi vida esa sensación de paz interior a la que, desde ahora, llamaré coma emocional. No, no creáis que ya conseguí llegar a la cima de la meditación. Las veces que me sumergí en semejante estado no fueron ni conscientes, ni por decisión propia. Pero me dieron la motivación para dar comienzo a la búsqueda de una sensación de la que, sin lugar a dudas, tenía pruebas de que existía.

La última vez, hace dos años, fue en la ducha de un hospital. Estaba a punto de bajar a quirófano cuando, oprimida por el estrés, la ansiedad y el dolor emocional, mi cuerpo dijo “Querida, así vamos mal.” Me desmayé. No se bien como explicaros la sensación que tenía cuando me desperté. Estaba allí, desnuda, empapada, tirada en la ducha de un hospital, embarazada de un hijo sin futuro, y con una alarma de peligro de muerte tras la oreja. Pero aún bajo toda esa montaña pesada, me desperté sintiéndome la mujer más tranquila y feliz del mundo. Los pocos minutos que había desconectado, se habían convertido en la que hasta ese momento había sido la siesta más reparadora de mi vida. Me había vaciado tanto, que por fin tenía espacio para una solución.

Lo se, se trata de buscar un método para la sobrecarga emocional que sea consciente, controlado y sobre todo seguro. He practicado Mindfulness, meditación Zen, meditación Chakra –ésta última mola mucho -. Pero, en mi caso, a pesar de haberme aportado muchísima tranquilidad, no conseguí encontrar en estas prácticas aquella sensación plena de salud interior con la que me había despertado en el hospital. Por lo que dejé de buscarla para conformarme con la sensación de anestesia momentánea que tampoco estaba nada mal. Y, tras rendirme, ya sabéis lo que dicen:

Cuando dejas de buscar, es cuando aparece.”

Estas Navidades la vida volvió a llenar mi cupo emocional.  Os voy a saltar el por qué, ya que considero que lo importante es ir directamente a como acabó todo. Así que, para comprenderlo, os voy a pedir que os trasladéis conmigo al escenario del crimen. Imaginaros escondidxs en un lugar silencioso, bonito, solitario y secreto –no voy a compartir el mío porque si no perdería una de sus cualidades-. Allí estaba, sola, agotada, con un amasijo de emociones que me oprimían el alma y con la cabeza invadida por infinitos pensamientos y recuerdos sin fin. Así que, en vez de llorar, me dije “Aquí. Os vais a quedar todos aquí.”

Empecé a sacar cada emoción poco a poco a través de la boca. Las fui depositando en cada uno de los rincones de aquel lugar ya casi sagrado. Sentí como una luz penetraba en mi cabeza eliminando todo pensamiento, atravesando todo el cuerpo ya limpio y vacío de toda emoción. Y allí me quedé, en aquel deseado y pleno coma emocional durante no se cuanto tiempo.

Ahora, mientras escribo, me doy cuenta de que no fue más que una visualización de tantas hechas a lo largo de mi vida. Pero, esta vez, existía una gran diferencia. Esta vez, aunque se repetía la necesidad de estar bien, no esperaba que la acción hiciese algo por mi cual ibuprofeno efervescente. Esta vez, no había confiado en la visualización. Esta vez, había confiado en mi. Había pasado de ser un agente pasivo que medita como quien espera un milagro, a un agente activo al que –desesperadx y cansadx de esperar – no le quedaba otra que realizarlo por si mismx.

Descubrí que el coma emocional no llega cuando, aun pidiéndolo a gritos, te sigues agarrando fuerte a tu tristeza y miedos. Llega cuando los miras uno a uno a la cara y los sueltas despacito para depositarlos fuera. Cuando conscientemente te desprendes de tu mierda emocional y le dices adiós, en paz, para dejarle sitio a un nuevo sentir.

El dolor, …es todo lo que me queda de ellos. Crees que la pena te hará más pequeño por dentro, como que tu corazón colapsará sobre sí mismo, pero no es así. Siento espacios que se abren dentro de mí como un edificio con habitaciones que nunca he explorado.”

Dolores Abernathy 

Foto: Westworld. Lisa Joy y Jonathan Nolan.

Dejar una Respuesta